viernes, 21 de marzo de 2014

" Papá lo hiciste mal..."

   Ahora que el día del padre pasó en España supongo que muchos como yo se habrán tomado un momento de reflexión. Las fechas marcadas sean comerciales o religiosas nos llevan a ello, lo que no está nada mal, el hacer un balance del pasado siempre nos favorece, algunas veces puede imponernos un castigo de las acciones del pasado y otras darnos la fuerza y el consuelo de decirnos "lo hice bien". Logicamente este balance es para todos los órdenes de la vida y entonces nos quedamos muy solos con nuestros resultados y rara vez comentamos, con otros, nuestro balance. Nuestra cultura nos educó para dejarle a nuestros hijos toda la supuesta sabiduría obtenida con el paso de los años, y esta cultura es algo irreal y siempre es pasado, y convencidos de que vamos por el buen camino traspasamos a  nuestros hijos una carga cultural basada, muchas veces, en conceptos pasados, para que ellos vivan un mundo futuro, de abuelos a padres y de estos a los hijos sin tener en cuenta que los abuelos alumbraban sus casas y sus mentes con lámparas de carburo y nuestros hijos o nietos lo harán con con una mini LED de energía solar, o cualquier otro avance que no conocemos. Pero por mucho que nos empeñemos siempre puede llegar el momento que escuchemos las trágicas palabras "papá lo hiciste mal", a veces pronunciadas y otras con gestos de mas o menos notoriedad. Otro problema que nos suele producir grandes desilusiones es creer que el posesivo "mi", es cierto, sentir que MI hijo es propiedad privada e intentar moldearlo según nuestras creencias es un grave error, ese hijo que creemos sangre de nuestra sangre, frase que es de un gran impacto emocional y muy literaria pero no tienen nada de cierta ya que los genes de ese individuo que creemos descendiente directo no lo es tanto, solo basta con ver como se desenvuelven las leyes de la herencia genética para comprobarlo, a lo sumo nuestros hijos son un coctel donde figuramos como un ingrediente más y que es tan amplia las variante de esa combinación que nos sorprendería comprobar que estamos frente a otro ser humano que tiene muy poco de nosotros, aunque a veces nos llevemos a engaño por gestos y modos que nuestros hijos aprendieron por el efecto de la repetición durante los años de la niñez. Esto que escribo como hijo, padre y como abuelo cuadruple es el fruto de muchos fracasos y aciertos y puedo asegurarle que al final del camino, el balance siempre dependerá de la grandeza de sus descendientes y que si usted fue decente en su intento y no abusó de su posición, sino se sacó sus frustraciones con ellos, a la larga o la corta y dependiendo del avance logrado por sus hijos, reconocerán su labor. El problema es que la sensatez, la ecuanimidad y el reconocimiento suele aparecer con los años, a veces demasiado tardíos. Si usted puede lograr no enamorarse de sus hijos e imaginar que no son tanto como usted quisiera, si puede recordar que en su cóctel genético tambien esta una parte de esa denostada suegra o ese arrogante suegro que lo menosprecio cuando usted era un joven inseguro, si acepta que su hijo puede que no sea ni mejor ni peor que otros seres humanos, entonces quedese tranquilo, usted hizo lo que pudo y si ellos no pueden entender que la vida de un padre es como esas carreras de camareros donde deben llegar a la meta sosteniendo una bandeja con diferentes elementos de una fragilidad manifiesta, y si llegan a la meta, pero en un el tramo del recorrido se le cae un elemento, ese camarero ya es un perdedor, si los hijos no comprenden que un padre tuvo que llevar en esa bandeja piezas mas valiosas y frágiles que el cristal de Murano como un matrimonio, un trabajo, unas responsabilidades como ciudadano además de ser hijo, padre, hermano y dedicando un tiempo extra para ir creciendo a nivel personal, no se preocupe. Si ayer en el día del padre no recibio ni una llamada, o le regalaron una corbata, o unas pantuflas para cumplir con el trámite, sino sintio el amor que esperaba, no se preocupe, tal vez es porque sus hijos, aún, no terminaron de crecer.

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