No lo puedo evitar, cuando leo este tipo de noticias se reaviva en mi un viejo malestar, no me gusta la internalización del comercio, no me gusta que el por venir dependa de grandes empresas y mucho menos en el rubro de la alimentación. De seguir así los países pobres serán campos de cultivo o crianza de animales de grandes empresas y los mismos que producen con su trabajo los alimentos tendrán que comprarlos en los supermercados de grandes empresas multinacionales, productos de grandes empresas con sedes en ciudades muy lejanas. Este malestar me acompaña desde hace tiempo, tal vez porque soy partidario de una reforma agraria, donde miles de millones de pequeños empresarios, casi a nivel familiar, a mundial, sean los productores de la comida de la humanidad. Es una dependencia demasiado peligrosa que nos llevará a que un puñado de multinacionales ambiciosas y poco confiables nos impongan los precios y la calidad y hasta nos digan, que, cuando y como comer...tal vez sea que me estoy poniendo viejo.
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Adquieren discretamente campos de producción de cereales en los cinco continentes y compran empresas alimentarias
Las empresas chinas ocupan lentamente, sin ruido, posiciones estratégicas en toda la economía mundial. Hay quien opina que lo hacen al buen tuntún, pero no: tienen un plan. Por ejemplo, el grupo cárnico chino Shuanghui International Holding acaba de comprar por 3.642 millones de euros la compañía estadounidense Smithfield Foods. Como resultado de esta operación, discretamente ejecutada, pero que ha provocado gran pavor en los mercados estadounidenses, Campofrío, la empresa cárnica española más conocida, se acostó hispanonorteamericana y amaneció china. ¿La razón? Pues que Smithfields era el primer accionista de Campofrío; ahora, Campofrío es de Shuanghui. De un solo golpe, la compañía china domina el mercado de la carne en Estados Unidos y en España. De momento, los objetivos están ocupados. Solo eso. Shuanghui no va a modificar, al menos por ahora, la estructura de gobierno en Smithfield ni en Campofrío. El poder no es el propósito de su subrepticio avance sobre las cotas dominantes de la economía occidental.
China tiene un plan, porque todo allí está planificado, desde la población hasta el número de fideos por ración. Es un plan concebido y sostenido por una idea fija. Los jerarcas chinos están obsesionados con garantizar la subsistencia de toda la población; son 1.300 millones de personas. A tal fin, manejan su economía con un planteamiento bifronte: por una parte, juegan con su política financiera para aumentar sus recursos hasta extremos que ni siquiera Estados Unidos puede igualar; por otro, con los recursos obtenidos, avanzan lentamente sobre las fuentes de población alimentaria.
Adquieren discretamente campos de producción de cereales —sobre todo soja— en los cinco continentes y compran empresas relacionadas con la producción alimentaria. La adquisición de Smithfield es un salto cualitativo y Campofrío, un efecto colateral. La obsesión es un incentivo mayor y mejor que el afán de lucro; ni siquiera la falta de rentabilidad detiene su avance. Así que ya saben: observen bien propiedades y terruños, porque mañana pueden ser ustedes vecinos de una propiedad adquirida por un grupo financiero chino.
China tiene un plan, porque todo allí está planificado, desde la población hasta el número de fideos por ración. Es un plan concebido y sostenido por una idea fija. Los jerarcas chinos están obsesionados con garantizar la subsistencia de toda la población; son 1.300 millones de personas. A tal fin, manejan su economía con un planteamiento bifronte: por una parte, juegan con su política financiera para aumentar sus recursos hasta extremos que ni siquiera Estados Unidos puede igualar; por otro, con los recursos obtenidos, avanzan lentamente sobre las fuentes de población alimentaria.
Adquieren discretamente campos de producción de cereales —sobre todo soja— en los cinco continentes y compran empresas relacionadas con la producción alimentaria. La adquisición de Smithfield es un salto cualitativo y Campofrío, un efecto colateral. La obsesión es un incentivo mayor y mejor que el afán de lucro; ni siquiera la falta de rentabilidad detiene su avance. Así que ya saben: observen bien propiedades y terruños, porque mañana pueden ser ustedes vecinos de una propiedad adquirida por un grupo financiero chino.
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