viernes, 26 de julio de 2013

Decenas de muertos...¿y ahora qué?

 
   Cuando eramos pequeños mi amigo Osvaldo y yo, corríamos a la estación de tren cuando alguien nos informaba que había muerto una persona arrollada, cosa que sucedía con frecuencia ya que la estación de Temperley era un nudo de vías importantes en el ramal del sur de Buenos Aires. En aquellos de cercanía a la pubertad, no conocíamos el significado de la palabra morbo, sin embargo disfrutábamos de una sensación indefinible que se movía entre el espanto y lo increíble, la realidad nos mostraba con toda su crudeza la vida y la muerte en una fracción de segundos, tal vez fuera esa verdad lo que hacía que corriéramos un kilómetro para ver a la víctima, no lo sé.
   Tiempo después ya no lo hicimos más, quizás hayan influenciado las palabras de un bombero que me  vio mirando extasiado una pierna suelta.
- Era un pibe de tu edad...andate a tu casa!- entonces la muerte ya dejó de ser un espectáculo, le busqué una cara en un pibe de mi edad. Al volver a casa le conté a uno de mis hermanos y aún no hace mucho recordamos que esa tarde nos pusimos a imaginar como sería esa victima.
-¿Jugaría a la pelota?-
-¿De que club sería hincha?-
-¡Pobre pibe!..¿y ahora que?-
¿Y ahora que?, no pude responder a eso. Ahora que la vida ya me hizo conocer en carne propia la labor de aquel bombero, ahora que ya tengo asumido que un segundo no somos nunca más, ahora que ya tengo respuestas para casi todo me ataca una vez aquella pregunta...¿y ahora qué?. Para cientos de personas la vida no será igual, el dolor lo atacará traicionero en cualquier momento y por la espalda con su cuchillada helada. Y la vida seguirá como si nada para todos los demás y se quedarán solos con una pregunta sin respuesta, sin saber como tienen que seguir adelante y si vale la pena seguir.
   Para unos la vida será un eterno vacío, para otros será unos trámites apurados y nerviosos para ver como se pueden esquivar responsabilidades, otros estarán sacando cuentas de cuanto tendrá que pagar la compañía y revisarán las pólizas para encontrar una escapatoria legal, otros trabajaran horas extraordinarias cubriendo el suceso, otros competirán con decisión por hacerse con la venta de los ataúdes, los políticos estarán pendientes de la foto en el lugar y si salieron con nitidez sus caras de dolor, los ejecutivos de las once compañías que compiten en la licitación de las nuevas rutas de alta velocidad en Brasil, estarán sopesando si esto no les tira el negocio abajo y se pierden los 12.000 millones de euros que están en juego. Los ejecutivos y los abogados ya saben que deben hacer a partir de ahora, y encontraran las respuestas adecuadas. Los otros, los que estaban esperando a sus seres queridos, deberán sobrevivir con muchas preguntas de respuestas esquivas, esos seguirán preguntándose... ¿y ahora que?

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