martes, 30 de julio de 2013

LOS FRANFURTES DE LA PASIVA.

¿Cuanta hace? ¿cuarenta años? si, más o menos, si, yo tendría unos 23 años cuando estaba enamorado de un rapaza uruguaya y una vez al mes tomábamos el aliscafo y nos íbamos a Colonia y de ahí en bus a Montevideo, nunca supe muy bien porque me gustaba ir tanto a Montevideo, tal vez porque era una ciudad menos quilombera que Buenos Aires, más de barrio, más humana, más lenta o más familiar, o porque estaba enamorado de una uruguaya, ¡vaya usted a saber!...el caso es que después de cumplir con la visita obligada a la suegra y saludar a la cuñada y a la abuela y a la tía del cuñao y otros trámites familiares, lo mio era perderme un par de horas y caminar por 18 de Julio hasta llegar al café bar La Pasiva, sentarme en las mesas de la terraza y llenarme hasta reventar de sus famosos "franfurtes" que eran unos "perros calientes" a la uruguaya, o sea, con salchichas a lo bestia, envueltas en panceta y pasadas por la plancha para darles esa "crocantés" y puestas entre el pan de dos tallas menos y bañados en una mayonesa picante que por muchos años creí que era un invento uruguayo, hasta que descubrí que era una copia de una aderezo alemán. Y ahí me podía pasar horas dándolole a la cerveza Pilsen y a los franfurtes, me gustaba el Uruguay de los años setenta, tenía nivel pero sin presumir. Después pasaron muchas cosas, la linda uruguaya pasó a ser pasado, el Uruguay lo cambié por las costas caribeñas, la vida me trajo muchas diferencias y entre ellas a una alemana que hacía la salsa original de los franfurtes. Trece años después volví a La Pasiva, ya nada era igual, no se podía comer tranquilo en las mesas de la vereda, los pibes rondaban sin descanso pidiendo una limosna que amargaban el sabor de la cerveza, la alemana no dio el visto bueno sobre la salsa, ni le llamó la atención esos perros calientes, ni Montevideo le llamó la atención aunque reconoció que alguna vez debía de haber sido una ciudad muy bonita, y creo que tenía razón, no era ni la sombra de lo que había sido.
Reconozco que cometí un error al no prestarle atención a aquello que dice..."NUNCA VUELVAS AL LUGAR DONDE ALGUNA VEZ FUISTE FELIZ". Pero soy gallego y más terco que un vasco y volveré muy pronto...tal vez haya vuelta aquella vieja, señorial y amable Montevideo de los años setenta...

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