miércoles, 21 de noviembre de 2012

MI FE EN LA JUVENTUD...

Tengo la fortuna de compartir muchas horas a la semana con gente joven y aunque no soy un optimista compulsivo e intento ser excesivamente realista, tengo fe en que viene un horneada diferente de gente.
Al contrario de lo que opina el "viejerio mogigatero", que dicen que son una juventud descarriada y sin valores, yo opino todo lo contrario.
Claro que todo depende de donde y como se busquen referencias de lo que llamamos juventud, sin embargo hay muchos que son oro en polvo, solo hay que conocerlos un poco y ver cuanto sacrificio hacen para estudiar, trabajar y pensar, que es esto último, lo más importante, saben pensar diferente, con más apertura hacia los valores de los derechos humanos, a la libertad de pensamiento y son ¡gracias a Dios! mucho más tolerantes de lo que muchos "viejos" nos creemos.
Y debo decir, no sin tristeza, que muchos jóvenes le ocultan a sus padres los verdaderos pensamientos que manejan porque son padres excesivamente tradicionales y se llevarían inesperados disgustos al enterarse que a pesar de enviarlos a escuelas católicas radicales, donde aún enseñan a separar y clasificar a los hombres, ellos, a escondidas actúan y piensan de otro modo, "yo me paso por el ....ese tipo de enseñanzas, cumplo, por fuera, para evitar problemas con mis padres, como hacemos todos ".
me confesó un chico de 16 años.
Quien tenga la fortuna de poder conversar con jóvenes, no mucho mayores de 16 ó 17 años, se llevarían una sorpresa muy agradable. Detrás de esa imagen ausente, ocultos del supuesto encierro que aparentan, hay detrás, gente que no tiene con quien conversar en sus ámbitos familiares y prefieren evadir los enfrentamientos y evadirse de un mundo que los mayores consideramos correcto, tal vez por eso los vemos como lejanos y solemos catalogarlos como "sin compromiso", sin esfuerzo o sin ideas. Nada más lejano de la realidad.
Simplemente no pueden lograr que sus padres se den cuenta que ellos no están de acuerdo con las propuestas que le imponen. En varios casos he logrado descubrir que se le exige a los chicos que sean lo que sus padres quieren que sean, y se les impone un ritmo de vida agobiante, ya desde niños, lo que hace que en los años rebeldes, los chicos no les den importancia, ni a los consejos, ni a las imposiciones, ni a cumplir con los sueños paternos, que ven el futuro de sus hijos solo como ellos lo entienden.
Los chicos ya son el mundo que vendrá, y nosotros ya somos pasado, no los entendemos y ellos nos perdonan....dejándonos hablar, gritar o imponer. Pero..tienen las cosas claras, aunque los viejos no los entendamos.
Durante una charla con padres cuarentones y titulados, pude comprobar que no me daban la razón, ellos consideran que sus hijos no hacen el esfuerzo necesario, ni demuestran interés, ni...ni...ni.., solo que nadie quiere reconocer que el mundo que les damos no es ningún paraíso, ni el ejemplo de convivencia familiar que casi es inexistente por el exceso de horas de trabajo y compromisos, que ellos están dejando de lado las ambiciones que nos movieron a nuestras generaciones.
La historia se repite, ellos buscan otro modo de vida y nosotros ya no los entendemos, porque somos viejos y muy conservadores.

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